
ANA MARÍA VALENZUELA: “NUNCA ME DESESPERÉ, PESE A NO VER NADA”
Hace casi dos meses Ana María Valenzuela (1975) enseña inglés en la Corporación para Ciegos, tarea paralela a la que dice, “es la profesión de sus amores”: recursos humanos. Enseñando inglés comenta que “ayudar a las personas en su diario vivir potenciando sus capacidades”. Porque agrega, “es cosa de tomar conciencia del valor que cada uno tiene y cómo puede aportar a la sociedad”.
Este objetivo, de enriquecer las habilidades personales con quienes interactúa, lo toma como una causa propia, más allá del ámbito laboral, sobre todo cuenta, después de 2017, cuando le detectan glaucoma en ambos ojos.
“Fue un domingo en verano. En la noche me vino un dolor de cabeza muy fuerte, no podía dormir. A la mañana, abrí los ojos y no veía nada. Pero no me desesperé”. Y así, después de consultar a siete especialistas, cada uno con un diagnóstico distinto, de decretar un tumor cerebral, uveítis y una simple infección; esta asistente bilingüe y contadora del Instituto Femenino de Comercio, se toma experiencia con humor.
Porque es quizá su espontaneidad lo que más resalta en Ana María y la risa, sobre todo cuando recuerda a uno de los tantos médicos que visitó –entre enero y julio del año pasado– que le dijo “sin siquiera examinarme, solo mirándome: Ud. tiene el 90% del ojo muerto y no tiene vuelta”.
¿Sentiste impotencia, después de ese diagnóstico al azar?
Primero sentí culpa. No sé por qué, pensándolo ahora, quizá porque en ese periodo, en el verano estaba cesante y buscaba trabajo en todas partes. Pero nunca me desesperé, siempre pensé que era algo pasajero.
¿Cuéntanos un poco de esa experiencia, de visitar tantos médicos y ninguno con un diagnóstico claro?
Me dijeron primero que era una infección. Luego fui al oftalmólogo y me advirtieron que podía ser un tumor. Me hice un escáner, pero salió negativo y me enviaron a un neurólogo, para ver si era otra cosa. Después, que el ojo estaba sano y luego que era un aneurisma cerebral. Cuando todo eso se descartó y ya no tenían más diagnóstico (risas), me envían a un neuroftalmólogo, en el Hospital Barros Luco, pero nada, no supieron tampoco qué tenía. Y así pasé por varios especialistas, sin ninguna respuesta clara.
¿Qué pensaste, después de ese recorrido, cuando te dicen que es glaucoma?
Como dije, nunca me desesperé. No sabía nada de esta enfermedad, pero no baje los brazos, pese a no ver nada.
Y es esta entereza, que hoy, después operarse ambos ojos en julio de 2017 y en marzo pasado y quedar con el izquierdo con baja visión, que Ana María decide transmitir su experiencia profesional para que personas ciegas desarrollen su potencial en el área laboral. “Todos podemos desplegar nuestras habilidades –comenta –, es cosa de descubrir las potencialidades de cada uno tiene. Ese es mi objetivo hoy».
¿Cuáles son los elementos necesarios para alcanzar esos objetivos?
Va muy de la mano de mi profesión. Me gustaría poder enseñar a los usuarios de la Corporación para Ciegos cómo, por ejemplo, a hacer un buen currículum, a saber qué decir en una entrevista laboral y qué no decir también (risas). O algo que parece simple, pero no lo es: enseñar cómo ir vestido a este tipo de reuniones formales. Y el inglés, que es una herramienta que te abre más puertas cuando estás buscando trabajo. Creo que esta experiencia del glaucoma –que me dejo con un ojo con muy poca visión- despertó la idea de enseñar, de transmitir mi experiencia a otras personas ciegas o con baja visión.